Remontada blanquilla con emoción hasta el último suspiro.
La función final de 2022 supuso un extra de ilusión y emoción para una familia albinegra ávida de alegrías que, con toda seguridad, hace unos pocos meses se hubiese mostrado escéptica ante la idea de cerrar el año entre los mejores clasificados del grupo.
El complicado inicio de la contienda no presagiaba un final tan feliz para el Tudelano, que durante buena parte del primer acto se vio sometido ante una Real Sociedad con muchos argumentos y buen fútbol. Además de adelantarse en el marcador con un gran gol de Canales en el 13´ tras botar varios saques de esquina consecutivos, los pupilos de Mikel Llorente incomodaron la salida de balón blanquilla con físico y acierto a partes iguales.
Por si fuese poco, las lesiones volvieron a jugar una mala pasada al conjunto ribero, que pasada la media hora y tras un cambio de esquema, comenzaba a dar señales de vida para capear el temporal. Colau caía nuevamente dañado a los cuarenta minutos de juego y fue su sustituto, Sarriegi, quien volvía a anotar escasos minutos después de ingresar en la cancha para poner las tablas antes del descanso.
El donostiarra fue uno de los hombres del partido dando rienda suelta a su faceta goleadora. Tras una sensacional combinación con Prats, fusiló a Fraga para subir el 2 a 1 al electrónico en el minuto 7 del segundo tiempo. Los locales mostraron otra cara muy distinta a la de la primera mitad, con mucha más seguridad y clarividencia hasta la recta final del duelo, donde el juego mental y la ansiedad por el triunfo a punto estuvo a punto de aguarles la fiesta.
Rebasado el tiempo reglamentario, un derribo en el área local obligó al colegiado a señalar el punto de penal en favor de los txuri urdines, pero Roberto Santamaría leyó las intenciones de Unax Agote y con una felina intervención desataba el delirio en la grada del viejo Ciudad, que despidió a los suyos entre cánticos y una merecida ovación. Se harán largos estos días de descanso para una afición sufridora y paciente, a la que se le ha vuelto a esbozar una sonrisa tras días oscuros que parecen ir quedando atrás.
Oriol Riera leyó la letra pequeña tras la conclusión: el triunfo salió caro en cuanto a lesiones y sanciones (Colau, una vez sustituido, fue expulsado por -supuestamente- arrojar un balón al terreno de juego) para una plantilla ya de por sí castigada por la alta exigencia competitiva, pero felicitó a sus muchachos por otro ejercicio de esfuerzo encomiable que finalmente obtuvo el mejor de los premios.